Pero yo lo narro, como al principio,
Con la voz que me sostiene.
Salvado por el relato de mis problemas actuales,
Y protegido por el futuro.
Ya basta de dar saltos por los siglos,
Yendo y viniendo, como antes.
Ahora pienso en los días uno por uno.
Mis héroes ya no son los guerreros y los reyes,
Sino las cosas de paz…iguales entre sí.
Las cebollas secas son iguales a las ramas de los árboles que atraviesan el pantano,
Pero nadie jamás ha logrado cantar una epopeya da paz.
¿Qué le pasa a la paz que su inspiración no perdura… y que es casi inmencionable…¿Debo rendirme?
Si me rindo la humanidad perderá a su narrador, y si la humanidad pierde a su narrador también perderá su infancia.
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